La sonata para trompeta y piano del maestro alemán es, posiblemente, una de las piezas escritas para nuestro instrumento con más connotación musical e histórica de todos los tiempos. Se ha convertido en un verdadero, real y doloroso icono del sentimiento desgarrador que originó la Segunda Guerra Mundial en artistas y compositores como el que tratamos.
Como en tantísimas ocasiones, el mundo trompetístico no le ha otorgado el puesto que le corresponde. Lejos de entender el auténtico mensaje que nos deja en ella HIndemith, es decir, su propia existencia vital se la ha llegado a considerar una obra de inferior calado.
Todas las circustancias que rodean a la figura de Paul (el padre de su esposa era judío), el desbordante contexto social de esos años, recordemos que la Sonata es compuesta en el año 1939, (Alemania se anexiona Austria, ocupa la antigua Checoslovaquia e invade Polonia) y , su música llegó a ser considerada por el régimen nazi como todo lo contrario a lo que representaba el régimen nacional-socialiasta. Se la llegó tachar de «blanda». Ni las mediaciones del prestigioso director de orquesta W. Furtwängler ante la cúpula nazi y, en particular de Goebbels, sirvieron para nada. Finalmente, un 1939 desde el exilio suizo, el maestro Hindemith compone la sonata que será, sin lugar a dudas y para propia sorpresa suya, un canto de protesta y profundo lamento individual y de la humanidad.
La estructura elegida en cada uno de sus movimientos, el tipo de estilo denotan el interés del autor. Un primer movimiento intenso, profundo, desgarrador: un segundo movimiento Marcha ( siguiendo el concepto mahleriano de caminar, seguir a alguien, lo que nos lleva hacia…) y, un tercer movimiento dividido en dos pero, que al final, es un sólo tándem. La coral con la que remata y completa la Trauermarsch o marcha fúnebre es una coral de un tema que adapta Hindemith de una obra anterior suya, la cual, está sin publicar.
La pieza del alemán acaba con claro sentimiento de resignación y pesimismo por los acontecimientos «Alles Menschen müssen sterben».