
La genialidad de una figura como la de Herr Weidinger y un Centro de Saber y Conocimiento sin parangón en la Viena de finales del s. XVIII como fue la Logia “zur gekronnten Hoffnung” auspiciaron el camino hacia un sueño, el de un hombre que un siglo y medio antes que su futuro hermano Walt Disney pensó que los sueños están para hacerlos realidad.
Por fin, en 1800 Anton Weidinger culminaría su Plan. Un Plan que lo exhaltaría a la Grandeza como luthier y lo elevaría a la Gloria como intérprete.